Unir formación laboral interna y neurociencia tiene sus ventajas. Por un lado, introduces una mejora en la preparación del personal. Por otro, se mantiene el compromiso por la actualización. Pero es que además, se puede comparar metodologías, con respecto a la tradicional. Y hacerlo de una manera científica. Sabiendo qué es lo más oportuno en cada momento.

Las empresas dedican muchos recursos a formar a su personal. Un trabajador educado, motivado, rinde mucho mejor. Se siente una parte importante de la maquinaria. Amén de recibir el conocimiento necesario para laborar con los avances que se van incorporando. Es, por así decirlo, cuasi un “todo incluido”.

Ahora bien, ¿Qué tipo de formación? ¿Cuál es la mejor metodología? ¿Qué partes del temario son más densas? ¿Qué áreas requieren más participación? Se puede comprar, por ejemplo, con la mentada formación tradicional. Aquella con profesor-alumnos. Y, por otro lado, algo más inmersivo: una realidad virtual. Y hacerlo en un contexto de seguridad. Por poner un ejemplo fácil.

NEUROCIENCIA

Así, un estudio del impacto/valoración trataría el tema desde variables conscientes. Y aquellas no conscientes y objetivas. Con los estímulos seleccionados en cada parte, según sea la metodología formativa:

  • Tradicional: marca, labor de la empresa, impronta corporativa…
  • Inmersiva: colocación de dispositivos de seguridad, como Equipos de Protección Individual (EPI’s)

Resulta interesante conocer el nivel de impacto de cada una. Y el nivel de aportación en la mejora de conocimiento. Si la novedad, en este caso la parte inmersiva, tiene el resultado esperado. O si por el contrario, debe aplicarse según qué momentos. Que sea una mejora no implica su inclusión inmediata.

Luego, el temario. Los puntos para tratar y que son de interés para la empresa. Se deben conocer por parte de los trabajadores. Obligaciones, recomendaciones, estructuras, organigrama, historia, etcétera. La manera de involucrar al empleado en la firma desde el principio. Con teoría y práctica.

Así las cosas, cada estilo tiene sus puntos de análisis. La formación, tradicional o mediante nuevas tecnologías, busca un buen aterrizaje en el seno de la empresa. Ahora, partes como las obligaciones o las medidas de seguridad pueden tener escollos para su aceptación. Barreras para salvar con una metodología u otra. ¿Se podrían tratar con Realidad Virtual? ¿Cuándo aplicarla?

FORMACIÓN

En este sentido, cabe destacar que si bien una experiencia inmersiva es atractiva per se no siempre es recomendable. Puede generar más confusión dado que el marco no es real. Y, en lugar de asimilar mejor los conceptos estos se diluyen en un mar de distracción. ¿Podría servir para la parte de seguridad, propiamente dicha?

Lo que no hay duda es que el nivel de interacción, en el caso de la virtualidad, es mucho más alto. Por ello, el planteamiento del contenido no puede ser el mismo que en un curso “tradicional”. Con su profesor y los alumnos sentados. Es más, ni siquiera el espacio tendrá la misma estructura. Será, pues, un elemento disruptivo desde muchos puntos de vista.

Conclusión

Las novedades tecnológicas vienen a poner las cosas más fáciles. Sin embargo, pueden no ser el medio que mejor expresa aspectos formativos, por ejemplo. Un buen complemento, eso sí, para cualquier formación. Incluso, para determinados puntos, la opción más eficaz, si se necesita un nivel de interacción más alto.

Hasta la fecha, la teoría se ha impartido con práctica analógica, por así decirlo. Hoy existe la oportunidad de recrear espacios virtuales. Experiencias inmersivas que permitan asimilar mejor los conceptos. Siempre y cuando se sepa emplear en el momento oportuno. Y para saberlo, lo mejor es testarlo. Aplicando la neurociencia en la formación laboral.

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